Entre todos los puentes
de París, los enamorados echaron el ojo a la pasarela de
los Artes.
Aquí es donde
se desarolló un nuevo
rito moderno: jurarse amor eterno, instalar un candado en
la barandilla de la pasarela y tirar la llave al Sena, convirtiendo
el rio en guardián del amor.
Algunos se contentan
de colgar un candado, otros lo personalizan con dibujos,
nombres y fecha.