Esta zona sigue un
barrio de acogida y de integración de todas clases de poblaciones.
Al pasear se nota un
arte de vivir que muchos parisinos perdieron, se respira el sutil
perfume de un paraíso olvidado.
Al dar la vuelta para marcharme,
me llamó la atención la presencia maciza de las construcciones
nuevas de la parte rehabilitada del barrio. Se veían como una
amenaza brutal de la modernidad.