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El Barrio de la Mouzaia

En esta última parte de mi visita, ya había renunciado a encontrar la casa de mis sueños. Me sentía muy lejos de la agitación parisina y me dejé llevar por la poesía de algunas imágenes.

Una doña vestida de rojo que caminaba rumbo abajo me recordó alguna novela de Leo Malet y a pesar de los faroles, no sé cual sería la sensación al pasear por estas callecitas de noche.

Pero experimentarlo en vivo resulta algo complicado ya que la contrapartida de esta tranquilidad es la escasez de conexiones de transporte.

 

Curiosamente, entre semana y de día, este barrio con encanto atrae a pocos visitantes: cruzamos un grupo de paseantes y poco más.

La mayoría eran personas ya mayores de edad, aprovechando los días libres para descubrir este barrio algo apartado.

Pero tras pasar un largo rato recorriendo las callecitas, llegas a la conclusión que a pesar del encanto se parece mucho a un tranquilo dormitorio.

 

 

Si algunas perspectivas desprenden una poesía de otros tiempos, falta alguna terraza de café o algún bar en medio de una callecita para celebrar el momento en esta zona.

Lo bueno es que el municipio de París apuntó la Mouzaia entre las zonas protegidas y financia el mantenimiento de la mayoría de las callecitas, lo cual significa que el barrio no será transformado o privatizado y seguirá accesible para los viandantes.

 

 

Mi visita se acabó en la Villa Bellevue (Bella Vista) que continua la Villa del Progreso.

Viviendas obreras del siglo XIX al pie de las modernas viviendas obreras de los años 1970.

Me cuesta pensar que se trata de un auténtico progreso...