Y ya que se trata
de sueños, yo me quedo con la casa atalaya y su estupenda
perspectiva sobre la Ciudad de las Luces.
Pero confieso que
el sobrio paralelepípedo de hormigón apoyado sobre
pilotes de la casa Zilvelli no me deja indiferente.
Pero a veces es preciso
dejar de soñar y seguir caminando.