Tras explicarnos algunas
peculiaridades del idioma armenio el señor nos dejó
contemplar detenidamente todos los detalles,
desde el techo de madera de la cúpula hasta el icono del
altar mayor, y la verdad es que este lugar muy íntimo tiene
un encanto increíble.
Pocos días despues
de esta visita, una de estas conexiones tan improbables de las
grandes ciudades me regaló la
leyenda de esta iglesia.
Cuentan que en el siglo
XIX siete familias armenias solían reunirse en un local
cerca de Montparnasse
para celebrar su culto.
Cuentan que pasó
por allí un rico armenio que financió la construcción
de una iglesia adecuada para siete familias y que por eso resultaría
tan pequeña.