Cuentan que algún
arquitecto distraído levantó
un edificio de varias plantas sin escalera.
No sé si pasó
una cosa parecida en este edificio de la calle Faubourg Montmartre.
Lo cierto es que estas
balaustradas colgadas en el aire provocan la curiosidad e invitan
a imaginar una nueva leyenda.
Erase una vez
un viejo erudito cuya hija, bellissima, conseguía homenajes
de todos tipos.
Un día
un músico y sus amigos tocaron serenata al pie de su
balcón. Pero el vecindario no apreció el guirigay
y se desquitó demoliendo el suelo del balcón de
la bella...