Los gatos me invitaban
a seguirlos, enseñándome el camino.
Les hice caso y así
es como encontré al brujo en el escaparate.
Y yo que pensaba que estaba
domando un gato cuando evidentemente sólo estaba hechizando a
los ciclistas de la Centésima Vuelta. Ahora entiendo porque mejoraron
otra vez el promedio...