El edificio ubicado
en la orilla alberga los departamentos administrativos.
Su fachada de vidrio, abierta, se opone a la fachada compacta
y cerrada del edificio de la calle de las Cevennes, que alberga
los departamentos de producción.
El arquitecto resolvió
el problema de la esquina usando una elegante combinación
de curvas y líneas rectas.
La comunicación
entre los dos edificios se hace por medio de un gran atrio de
20 metros de largo, iluminado por una luz natural, y que sirve
de punto de entrada tan para el personal como para los visitantes.